Desde tiempos que la memoria no alcanza, las mujeres de los Andes hemos tejido para sobrevivir, para expresar, para recordar. Cada tejido guarda una conversación con la tierra, el tiempo y las personas. A través de nuestras manos se transmitía un mundo entero.

Pero los días cambiaron, la migración vació los telares y muchas voces que antes hablaban con hilos quedaron suspendidas. Las técnicas que alguna vez sostuvieron comunidades enteras empezaron a desvanecerse, como si la historia simplemente desaparecería y solo nos dejara pequeños vestigios para probar su existencia

Warmiña surge justamente en ese punto: donde algo precioso está por apagarse y alguien decide sostener la luz.

Buscamos a las pocas maestras tejedoras que aún conservaban estas técnicas antiguas, reunimos estos saberes que estaban dispersos y decidimos dar lugar a Warmiña donde los tejidos encuentran convergencia en la moda contemporánea.

Así, el pasado dejó de ser una reliquia: se convirtió en materia viva.
Tenemos claro que la tradición no se replica; se transforma. No buscamos velocidad, buscamos significado. Cada prenda nace con la esencia natural de lo hecho a mano, con la precisión y sensibilidad que solo el trabajo artesanal puede otorgar.  Cada diseño surge de esa armonía entre pasado y presente.

El tiempo es nuestro aliado. Las manos que tejen saben que cada proceso tiene un ritmo propio, y respetarlo es parte de nuestra propuesta. Lo artesanal no existe para acelerarse; existe para sentirse.